El Monumento al Jíbaro es, pro-bablemente una de las esculturas más reconocidas en nuestra Isla, creo que sería muy raro preguntar y que no conozcan o recuerden su nombre.
Esta obra se considera un símbolo de identidad nacional, la cual rinde homenaje a los trabajadores y humildes campesinos, al Jíbaro Puertorriqueño. El monumento está situado en una parada de descanso en la autopista Luis A. Ferré, en el municipio de Cayey.
Su localidad ofrece un espacio versátil y cómodo para el descanso de los viajeros, pero también es ideal para los turistas y visitantes que gustan de la fotografía, pues además de tomarle unas fotos a la magnifica escultura, disfrutarán del hermoso paisaje, donde mejor pueden apreciar las famosas montañas, y en sus fotos tendrán dos de los lugares de atracción turística de Cayey, aunque el pueblo de Salinas reclama lo que parece ser parte de su territorio, hay que reconocer que seguirán siendo “las de Cayey”.
El Monumento al Jíbaro fue una obra realizada por Tomás Batista, quien nació en el pueblo de Luquillo, en el 1935. Batista descubrió su habilidad para tallar la madera, trabajando con el artista español, Ángel Botello Barros, y con su dirección conoció los secretos de la restauración, del dorado sobre madera y de las diferentes *pátinas que se utilizan en estas obras.
De esa experiencia surgió su primera talla en madera, “Crucifixión”, en el año 1957. Un año después fue becado por el Instituto de Cultura Puertorriqueña, donde comenzó su aprendizaje artístico formal.
En 1960 se trasladó a México para proseguir estudios avanzados y en poco tiempo le otorgaron otra beca con la que realizó nuevos estudios en Nueva York. De igual forma viajó a España becado por el Instituto de Cultura Hispánica, donde aprovechó para llevar a cabo el monumento a Eugenio María de Hostos.